Reseña: La casa de Paco Roca

octubre 25, 2018
Sinopsis: A lo largo de los años el dueño llena de recuerdos su casa, testigo mudo de su vida. Y aquél es también la fiel imagen de ella. Como las parejas que han convivido siempre juntas. Así, cuando su ocupante desaparece para siempre, el contenido de la casa se paraliza por el polvo esperando que alguna vez su dueño regrese. 
Los tres hermanos protagonistas de esta historia volverán un año después de la muerte de su padre a la casa familiar donde crecieron. Su intención es venderla, pero con cada trasto que tiran se enfrentan a los recuerdos. Temen estar deshaciéndose del pasado, del recuerdo de su padre, pero también del suyo propio. Se perciben en esta nueva obra de Paco Roca ecos autobiográficos que surgen de una necesidad de contar una situación que ha tocado de cerca al autor valenciano, tal y como ya le sucediera con Arrugas.

Número de páginas: 136 


Editorial: Astiberri




La casa trata de el paso del tiempo. De cómo al fallecer el padre de la familia Gisbert aquel sitio que él cuidaba y daba vida se empieza a estropear, llenarse de hojas secas. Trata de cómo las cosas sin nosotros no tienen sentido, que todos tenemos un lugar que nos espera. En este caso para el padre su lugar era ese, el cual está esperando a que regrese. Sus hijos deciden vender la casa pero se dan cuenta de que lo único que queda de su padre es la casa, llena de recuerdos. 
Visualmente es una novela donde el color tiene mucha carga de significado. En algunas viñetas sabemos que hay flashbacks porque las viñetas se tiñen de ocre y sepia. Y en las escenas donde Carla acompaña a su padre a las revisiones médicas predomina el azul, que simboliza esa tristeza, de esa vida que se está apagando poco a poco. También predominan las viñetas que nos enseñan objetos en plano detalle que aportan ese toque poético y reflexivo. Pero si tuviera que quedarme con algunas viñetas serían las que arrancan la novela. Antonio sale de la de su casa para no volver a entrar nunca más. Las cosas se quedan intactas pero el paso del tiempo no perdona, las estaciones pasan. Personalmente, me conmovió porque mi abuelo falleció en mayo y cuando volví a entrar en su casa las cosas estaban tal cual él las había dejado antes de irse a la residencia. Pero con polvo, desperfectos. Había una botella de agua por acabar, un plato por limpiar, medio vaso lleno. 
Estructuralmente la novela me parece innovadora porque contiene muchas viñetas generales, como un árbol genealógico o un tronco donde cada línea simboliza un momento en la vida de la familia. Las viñetas están dispuestas como si fueran el plano de una casa: sus habitaciones, su pasillo. Incluso el formato del libro recuerda a una casa, y cuando lo abres estás entrando en ella.
En conclusión, es una novela muy bonita, con mucha carga retrospectiva, muy delicada. De cómo dejamos las cosas antes de irnos y cómo nos esperan a que volvamos. 



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