Reseña: Las calles de arena, de Paco Roca

Paco Roca | Astiberri | Fantasía, romance y costumbrismo | 104 págs | 2009 | Cartoné

¡Hola lectores! Hoy os traigo la reseña de Las calles de arena, un cómic que publicó Paco Roca en 2009.

Hace falta estar muy atento al escoger la calle correcta para llegar a una cita cuando ya se va con retraso: un error puede resultar fatal. En Las calles de arena nos encontramos ante el extraño y sugerente viaje de un joven a través de lugares habituales que, sin embargo, se nos antojan desconocidos, dentro de una realidad sorprendente, y aun así, familiar. Son éstas unas calles que navegan en ese mundo donde lo imposible y lo absurdo se convierten en una experiencia ciertamente opresiva. Valiéndose de ecos del realismo fantástico y dotada de ese punto onírico que está presente en los relatos de Kafka, Borges o Cortázar, esta nueva obra de Paco Roca –más elegante si cabe en el trazo y con una amplia paleta de colores– plantea si es posible o no cambiar nuestro destino. La apuesta del autor es, en este sentido, diáfana.

En primer lugar, tengo que decir que este trabajo de Paco Roca es el que más me ha sorprendido a día de hoy después de haber leído bastantes obras suyas. La historia nos presenta a un hombre que llega tarde a un cita en el banco con su novia. En el camino con prisas por no llegar tarde, no se acuerda del camino para llegar hasta el sitio. La hora de la cita pasa, y se ha hecho de noche. Es entonces cuando el protagonista llega a un hotel muy peculiar, donde conocerá a personajes más peculiares todavía.

La historia está muy bien construida y se nota que es un homenaje a muchos clásicos de la literatura como Melville, Kafka, Poe o Borges, reproduciendo la estructura de un cuento. Un cuento repleto de metáforas y elementos surrealistas que son fascinantes. Engancha desde el principio porque no sabes como va a acabar, desde que el hombre se pierde hasta que intenta salir con todas sus fuerzas de ese barrio tan extraño. Y es que en ese barrio hay clones, personajes mudos, personajes que esperan a la muerte en un ataúd, que no duermen por la noche para que la muerte no les sorprenda, un hombre que repite el mismo proceso una y otra vez o uno que solo se puede mirar en cuadros y no en espejos. Todo esto provoca cierto desasosiego y tensión, en parte también por la atmósfera tan atrapante que Paco Roca crea con esos colores. Curiosamente, es un sueño el que va a provocar el desenlace y el que va a romper la rutina de los personajes (porque siempre hacen lo mismo).

Pero si la obra me ha sorprendido en algo es en la similitud que tiene en algunos aspectos con El viaje de Chihiro (una de mis películas favoritas). Cuando el protagonista se pierde en las calles y aparece un barrio totalmente nuevo y desconocido y no puede salir de allí porque no tiene dinero para comprar un mapa, cuando sube por las escaleras exteriores del edificio, cuando el amo le da trabajo en las calderas, la estructura y estética del barrio y el puerto que hay al lado de este. A su vez, los personajes tan peculiares también me han recordado muchos a los que aparecen en la película de Miyazaki. El hombre sin nombre también tiene su particular Haku: la chica que escribe cartas porque es muda. Y como no, la comparativa principio-final: ambos personajes principales aprenden a conducir su vida y a darle sentido a esta después de este viaje o camino inesperado.

Por último, como comentaba antes, Paco Roca utiliza una gama de colores que atrapan y crean tensión, desasosiego. Como siempre, su estilo se caracteriza por el uso de la línea clara y el color franco-belga. En este trabajo define los fondos y las formas mucho más que en otros, supongo que para lograr más realismo y seriedad en la historia.

En resumen, un cómic que me ha sorprendido porque no sabía qué iba a encontrar en él conforme avanzaba, con un guion y dibujo magníficos, una historia que engancha y que te deja alguna que otra bonita moraleja.

PD: el plano final con la luna me ha parecido una auténtica maravilla.